Dime con quién vas y te diré cómo piensas

Lunes 11 de Noviembre del 2019

Nuestras relaciones sociales, y la facilidad para entrar o salir de ellas, perfilan un pensamiento analítico u holístico

Dime con quién vas y te diré cómo piensas

La estabilidad de nuestras relaciones personales determina en gran medida que nuestro pensamiento sea holístico o analítico (Digital Vision)

Dime con quién vas y te diré quién eres. Esta frase tantas veces utilizadas, y habitualmente cargada de prejuicios, podría ser más cierta de lo que su abuso hace pensar. Porque más allá de nuestros buenos (o malos) hábitos, las relaciones sociales que configuramos a lo largo de nuestra vida pueden ser un indicador de la forma como pensamos. Tal es la conclusión a la que llega un reciente estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology según el cual la estabilidad de las relaciones personales nos da a conocer si el estilo de pensamiento de las personas es analítico u holístico.

Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio se han fijado en una variable de la psicología cultural conocida como movilidad relacional. Ésta evalúa las oportunidades que tienen los individuos en una sociedad para elegir libremente sus relaciones interpersonales.

El atractivo personal y la capacidad económica influyen en la facilidad  para relacionarse

El atractivo personal y la capacidad económica influyen en la facilidad para relacionarse (AzmanL / Getty Images)

“No es una característica personal, individual” puntualiza Álvaro San Martín, profesor del IESE y uno de los autores del estudio. “Es evidente que alguien que sea atractivo, o que tenga dinero, entra y sale de las relaciones con más facilidad que alguien que sea pobre, que físicamente no sea atractivo”. Se trata, por tanto de “una característica de la sociedad en la que uno vive”.

Los estudios sobre movilidad relacional desarrollan la idea de que las personas establecen sus relaciones en función de las circunstancias, más que por libre elección. A partir de aquí, surgen diferencias entre sociedades que afectan a la forma en que la gente actúa, piensa y siente, estableciéndose una división entre las sociedades occidentales de tipo individualista, como la estadounidense, y las orientales de perfil colectivista, como la japonesa.

Las personas establecen sus relaciones en función de las circunstancias, más que por libre elección

Si nos trasladamos al terreno práctico, podemos explicar esta disparidad entre el pensamiento individualista y el colectivista comparando las respuestas a un experimento en el que se muestra a los participantes una foto de un pez dentro de una pecera para que la comenten. Los japoneses comienzan hablando del trasfondo, de si hay rocas, algas u otros elementos que conformen el fondo de la pecera, y a continuación se ponen a hablar del pez. Por el contrario, los estadounidenses sólo hablan del pez. Lo mismo ocurre si a un norteamericano le muestras el retrato de una persona y le pides que lo describa: sólo hace la descripción de la cara. En cambio, un japonés te hará el retrato de toda la persona y, si es posible, captará también el espacio en el que se encuentra.

Los estadounidenses viven en una sociedad mucho más fluida ,d e relaciones cambiantes, y son más individualistas

Los estadounidenses viven en una sociedad mucho más fluida ,d e relaciones cambiantes, y son más individualistas (iStockphoto)

“La movilidad relacional es mucho más alta en Estados Unidos que en Japón”, explica Álvaro San Martín. “Los estadounidenses viven en una sociedad mucho más fluida donde saben que pueden entrar y salir de las relaciones sin mucho coste”, agrega. Esta estructura social conlleva muchas consecuencias, “en un mercado relacional competitivo tienes que demostrar que la gente está contigo porque vale la pena estar contigo”. Se trata de “un mercado muy móvil”, donde “si no eres interesante la gente te ignora y va a buscar a otras personas”.

Esta perspectiva contrasta con la existente en las sociedades del sudeste asiático. “La preocupación por demostrar la propia valía, lo que nos hace únicos, es muy propio de Estados Unidos, pero en Japón se ve como algo ridículo; la gente pensaría que eres un inmaduro”. La diferencia se explica por el hecho de que “en Japón las relaciones son bastante estables: naces, te desarrollas y mueres prácticamente con las mismas relaciones. Esto tiene también consecuencias laborales: antes las personas pensaban, deseaban y aspiraban a trabajar toda la vida en la misma empresa, mientras que ahora en las sociedades occidentales las personas tienen un horizonte temporal corto.”

“En un mercado relacional móvil tienes que demostrar que eres interesante y vale la pena estar contigo”

Álvaro San Martín Profesor del Iese, investigador

Un estudio llevado a cabo en 39 países en el 2017 (y en el que también participó el profesor San Martín) llegó a la conclusión que las variaciones en los grados de movilidad relacional proceden del origen primigenio de estas sociedades. En respuesta a las amenazas y las diferentes formas de subsistencia, nuestros antepasados formaron estructuras sociales capaces de asumir determinados grados de libertad en las relaciones sociales.

Por ejemplo, países que se han dedicado tradicionalmente al cultivo del arroz han desarrollado culturas colectivistas con una baja movilidad relacional, pues esta forma de agricultura requiere de una constante ayuda mutua entre las personas. Por el contrario, las sociedades que, como la griega, se dedicaron al comercio y la colonización, dieron pie a una alta movilidad relacional, fomentando sociedades individualistas.

La movilidad relacional es mucho mayor en las áreas urbanas que en las rurales

Por otra parte, y más allá del país donde nos encontremos, la movilidad relacional es mucho mayor en las áreas urbanas que en las rurales. “En determinados contextos se favorecen unos rasgos u otros” comenta Moisés Esteban, profesor de Psicología cultural de la Universitat de Girona (UdG)

A través de sus investigaciones ha podido constatar diferencias en las maneras de pensar de las personas motivadas por sus entornos más próximos. “La cultura de cercanía está afectada y moldeada por la cultura macro”, explica. “Pero hoy, con internet, muchos jóvenes están en contacto con referentes de otras culturas, como la nipona por ejemplo, y reproducen estos valores”.

Países que se han dedicado tradicionalmente al cultivo del arroz han desarrollado culturas colectivistas, porque se requería la ayuda mutuaPaíses que se han dedicado tradicionalmente al cultivo del arroz han desarrollado culturas colectivistas, porque se requería la ayuda mutua (E+)

Estudiando las sociedades indígenas de Chiapas, que en principio practican una cultura con una baja movilidad relacional, descubrió que algunos miembros, especialmente aquellos que habían acudido a universidades privadas, “adoptaban posturas individualistas, propias de occidente. Desarrollaban procesos de pensamiento analítico por estar en contacto con instituciones occidentales”. De esta experiencia concluye que “son las prácticas, la experiencia personal, los factores sociales, los amigos, los que nos moldean”.

El entorno en que vivimos nos puede decir, por tanto, con quién vamos, si cambiamos de amistades cada seis meses, o si por el contrario nos reunimos todos los domingos para celebrar barbacoas con los compañeros de instituto. Pero ¿nos puede decir también quiénes somos?

“Son la experiencia personal, los factores sociales, los amigos, los que nos moldean”

Moisés Esteban Profesor Psicología Cultural UdG

Según el citado estudio, las sociedades con un nivel bajo de movilidad relacional tienden a mostrar más atención por el trasfondo social y físico, desarrollando un pensamiento de tipo holístico. Estas sociedades “ tienen un tipo de atención que capta todo como un uno, prestan atención al contexto, no solamente a los objetos aislados, y se fijan en las interrelaciones entre los objetos”, explica Álvaro San Martín.

Por el contrario, allí donde la movilidad relacional es elevada el pensamiento imperante es analítico, “valora los objetos individualizados del contexto, descontextualizados por lo tanto, y se intentan obtener las propiedades particulares del objeto”, como en el ejemplo del pez y el retrato ya comentado.

Con poca movilidad relacional predomina el pensamiento holístico, que presta más atención al trasfondo y el contexto

Estas diferencias cognitivas tienen su reflejo en cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás, en lo que se conoce como percepción de control, esto es, qué o quién decide nuestra forma de comportarnos y las de los demás.

“Existen dos percepciones de control, el interno y el externo”, explica Álvaro San Martín. “El control interno parte de la idea de que tus decisiones determinan el punto de vista de tus acciones, que tú puedes controlar lo que obtienes con tus comportamientos. Si yo soy buen o mal conductor depende de mí, si tengo amigos o no los tengo es cosa mía, si tengo éxito en la vida dependerá de que sea buen profesional, y eso será consecuencia básicamente de mis características, habilidades y comportamientos. Pero no depende ni de gente poderosa a la que tenga que adular, ni depende del azar ni de otros motivos”, detalla.

Si puedes cambiar fácilmente de relaciones, tienes más sensación de control interno, de depender de ti, no de los otros

En sentido opuesto, el control externo considera que “en tu vida hay cosas que no dependen de ti, que están fuera de tu control, sobre todo que haya gente en tu entorno que tiene algo que decir sobre lo que te sucede. Lo que diga mi jefe o mi padre me importa, me afecta”. Las personas que tienen esta percepción son más propensas a ser supersticiosos, o a jugar a la lotería. “La gente se vuelve loca por jugar con su número de la suerte”.

Y estas percepciones de control estan vinculadas a la movilidad relacional. “Cuando tienes la sensación de que puedes cambiar fácilmente de relaciones y de grupos, tienes la sensación de control interno. Si estás por el contrario en una sociedad poco móvil, donde no puedes elegir la gente de la que te rodeas, estás sujeto a las fuerzas de las personas con las que te ha tocado relacionarte”.

Donde la movilidad relacional es elevada el pensamiento imperante es analítico

Donde la movilidad relacional es elevada el pensamiento imperante es analítico (iStockphoto)

Esta construcción puede variar en función de la dieta cultural, de las prácticas culturales en las que participas” puntaliza Moisés Esteban, destacando que “los factores más importantes en distintas culturas y a lo largo de la vida son los otros, las personas significativas: los amigos, la pareja, la familia”.

Los modelos cognitivos no son, por tanto, una losa inamovible, sino que dependen de las relaciones sociales que se mantengan, más allá de que uno resida en un país con mayor o menor movilidad relacional. Si nuestro entorno se modifica, es posible que nuestra forma de pensar también lo haga, siguiendo una lógica de adaptación a los incentivos de la situación.

Si nuestro entorno se modifica es muy posible que nuestra forma de pensar también lo haga para adaptarnos

“Alguien que tiene un conocimiento de tipo analítico, por ejemplo un americano que se instala a vivir en Tokio, al principio seguirá igual, aplicando su conocimiento analítico”, expone Álvaro San Martín. “Con el paso del tiempo se dará cuenta de que su tipo de atención está entorpeciendo sus relaciones sociales porque se pierde cosas, pasa por alto detalles, tiene reacciones que son recibidas como maleducadas”. Es por ello que, en su opinión, “el americano irá progresivamente teniendo una atención de tipo más holístico sabiendo que no es lo natural para él. Habrá una adaptación posterior porque, de acuerdo a los incentivos, es necesario atender a lo que ocurre a tu alrededor”.

Vivamos en una sociedad más o menos colectivista, pensemos de forma analítica u holística, de lo que no parece haber duda es de lo lejos que llega la influencia de las personas que nos rodean en nuestra forma de pensar e interpretar el mundo.

Fuente:  http://ow.ly/RVNp30pRXjh